Citius, Altius, Fortius. Con esta frase motivadora comenzó la era de los juegos olímpicos modernos. Más rápido, más alto, más fuerte. El leitmotiv del diseño actual es: más ligero, más delgado, más sencillo. La utilización de materiales de poca densidad, gran resistencia y una gran vida útil, mayoritariamente plásticos y algunos metales y aleaciones recién salidas del laboratorio, la miniaturización de los componentes electrónicos y los pasos de gigante en la investigación dentro de la electrónica de consumo, y los esfuerzos de diseño para acercarnos eso que parece tan complicado pero que se nos presenta sencillo, tanto que cualquier niño sin apenas hablar puede utilizarlos.
Todos son conceptos relativamente nuevos. Está claro que para todo aquel que crea que la electrónica nació el día de la presentación del primer iPhone, todo lo que escriba de aquí en adelante le va a parecer una locura. Hay una cosa que no ha cambiado nada desde entonces: la tecnología es algo que da caché.
Aunque hoy tengamos tres televisiones en casa, o cada miembro de la familia tenga un smartphone, debemos recordar que hace 40 años, para una familia española media, el hecho de tener una televisión en casa suponía un esfuerzo de ahorro de meses, incluso años. Nos hemos olvidado de eso, desgraciadamente para la salud de nuestras economías familiares: hacer un esfuerzo para tener algo que realmente queremos, o incluso, necesitamos.
No todo el mundo, por lo tanto, tenía acceso a esas maravillas técnicas recién aparecidas, y sólo la gente que disfrutaba verdaderamente una economía desahogada podía permitirse el lujo de tenerlo en casa, porque así era, un lujo. Por lo tanto venderlos suponía unas estrategias totalmente distintas a cualquiera de las que tenemos en la cabeza, hijos de Internet y de la teles privadas. 1958 no es 2013.
Se vendía el lujo, y entonces el lujo estaba hecho o forrado de madera, de esa de verdad, no de la del Ikea. Madera veteada, oscura y tallada, con adornos dorados tales como tiradores o bisagras, así como otros elementos decorativos labrados, Además era una decoración recargada, alejada de lo que actualmente está de moda y sobre todo debía armonizar con el conjunto del salón comedor, un verdadero templo del ocio, tanto en familia como con amigos, ya que, entonces como ahora, se usaba alardear de lo último.
Marcas como Zenith se quedaron en la "Edad de la madera" |
El concepto de lujo cambió y también se hizo más accesible para el gran público, pero la madera quedó remanente en aparatos como la televisión, aunque la radio se hizo más "del pueblo", a través de los manejables transistores (Oh, Sanyo, ¡te adoramos!). No quiero poner ninguna imagen aquí, porque es más vivo que cada cual en casa recuerde alguno de esos modelos de los 70 y primeros ochenta (antes de sucumbir al inefable plasticazo negro) tales como: Philips, Radiola, Telefunken, Vanguard entre otras tantas, cuando aún Sony y los gigantes japoneses no habían colonizado todo, y de Corea sólo se recordaba la guerra.
Si tu TV pesaba menos de 300 kg, eras un Don Nadie |
Pero no sólo por esa elegancia se fabricaba en madera: era el material que se llevaba utilizando desde hacía miles de años. En combinación con las aleaciones de metales, había sido un estándar en la fabricación de todo tipo de utensilios, de uso cotidiano, así como decorativo, tal como las joyas; el plástico, archienemigo natural de la madera, no fue, en primer lugar, de fácil fabricación, segundo, barato, tercero, suficientemente resistente. De nuevo desprenderos de la imagen propia de consumidor del siglo XXI: incluso algunos jóvenes recordaran que en los 80 el plástico estaba aún en pañales en cuanto algunos de los factores antes citados.
Elegante y te lo pasabas de p*** madre: fuck graphics! |
Te, coraje para hacerte Instagram con esto todo el día encima |
¡Feliz Navidad, viejuneros!
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